cumpliendo con el encargo de Kent

Es cierto que los artistas debían pervertir (y subvertir)
el entramado de reglas y códigos que trae consigo un evento
como el de «Kent, explora tus sentidos». También es cierto que
si Jaime Cerón decidió aceptar (??$$$!!) la invitación de Kent para
curar esta muestra, debía mediar entre una clara, estudiada y
calculada estrategia de «branding»(*) empresarial y el carácter
frágil y poco predecible de los procesos artísticos.

El resultado de esta mediación fue un evento en el que, si no
estoy mal, los futuros participantes debían (además considerar
la interactividad de la obra) evitar tocar a toda costa una larga
lista de temas como «deporte», «salud», «religión», «violencia» etc,
etc, así fueran invitados por el curador o seleccionados por
convocatoria. Me pregunto si estaba Cerón de acuerdo con este listado
de requisitos y porqué artistas serios e hipercríticos con este tipo de
eventos terminaron aceptando la invitación del curador. (Tenía veinte
veces más exigencias que el premio Johnnie Walker!!)

Es decir, estoy de acuerdo con la reflexión de Guillermo Vanegas,
pero olvida mencionar que parte de la responsabilidad de todo este
asunto también recae sobre el curador. (O es que cuando las
cosas salen a pedir de boca debe ser él quien brilla, y cuando no
es así, debemos encontrar la causa en la ineficacia de algunos
artistas para implementar sus obras?)

***

Como simple espectadora, como parte de ese público que «interactua» con
las obras, quisiera compartir con ustedes un par de reflexiones que
resultaron de esta «interacción».

Para empezar me parece que el color azul de Kent fué utilizado como un
recurso puramente formal en muchas de las propuestas y, me atrevería a decir,
que en «casi todas las obras azules que pude encontrar» el color operó como
signo de obediencia, por no decir de capitulación. Sólo en el caso de «Trocado»
de Pablo Adarme el azul es «trastocado» y enriquecido por la sencilla y
honesta operación a la que recurre el artista para obtenerlos: el trueque.
(Y de paso, no sé si de sobra, cita con cierto humor la obra de Tony Cragg)

Ahora, lo anterior no quiere decir que todas las propuestas que no recurrieron
al azul las encontré críticas y desobedientes. Algunas cumplían con el requisito

de «intercatividad con los espectadores», otras como la de Adriana Salazar y
Juan Pablo Echeverri simplemente desafian los objetivos publicitarios
de Kent e introducen al espectador en situaciones que reprensentan el acto de
fumar como algo mecanico (nocivo, inconsciente, artificioso) y, en el caso de
Echeverri, como un gesto estereotipado que es ridiculizado con éxito en su
ironizante, banal, narcisista e interactivo videoclip.

Ahora, lo anterior no supone que las demás obra que hacen parte de esta muestra
las entienda como propuestas formales e inapropiadas. No. Hay trabajos
excelentes cuyo único problema es que estaban en el contexto equivocado y
parecían simplemente cumplir con dos requisitos: obedecer a la invitación del
curador y justificar su presencia en la muestra con el uso del color y/o
del recurso de interactividad. (Minimizando toda posición crítica como
estrategia para acceder al premio)

Es lo mismo que trabajar por encargo, sólo que hay trabajos que además de
cumplir con todos los requisitos necesarios para participar en este evento,
logran sortear todos los filtros e introducir una reflexión crítica (vino de
artistas desconocidos) que es la que precisamente se espera de la mayoria de
artistas que tanto han trabajado sobre la relación con el contexto, las
prácticas
de resistencia y demás discursos («saberes», «aconteceres» y «devenires») que en
últimas se revelan como muletillas para acceder al mainstream distrital que con
esta muestra logra con exito su banalización absoluta y definitiva.

Catalina Vaughan

(*) «El concepto «branding» (construcción de un emblema) comienza a verse más y
más en la literatura empresarial y para ello existen varias razones. Una de
ellas es que el capitalismo ha pasado de estar basado en la producción a
basarse en el consumo, lo que ha resultado en que el producto, su
presentación, su representación y su visualidad han venido a ser
definitivos.» M. Schibles

«El branding [es un proceso] por medio del cual la producción de objetos es
cada vez más sustituída por la producción de símbolos. Este modo de operar
sobre el espacio público y privado de los seres humanos ha estado en
funcionamiento durante los últimos 15 años por parte de corporaciones tan
exitosas como Nike, Apple, Benetton y la cadena de cafés Starbucks, entre
muchas otras, y ha consistido en pasar de la producción primaria de artículos
de consumo con un -fuerte- componente de mercadeo a la producción de conceptos
de modos de vida que luego se plasman en variados productos, en lo que
podríamos denominar como una especia de apropiación del arte conceptual para
el funcionamiento del sistema capitalista.» J. Capelán

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otorgar es claudicar

Despues de semanas de discusión aparece una propuesta que puede generar
tomas de posición en torno al asunto del MamBo (la de José Roca). Ahora,
no nos hagamos ilusiones con los artistas pues en buena parte de ellos
«no HAY ni SOBREVIVEN otros valores que no sean los económicos y los de
los intereses personales.» (Revelador el texto de Uhía)

Donde si «HAY y SOBREVIVEN otros valores» es en algunos curadores,
y un discreto grupo de artistas que seguramente declinarán participar
en la «Primavera del MamBo». (léase «Invierno del MamBo»)

Los que cedan con un «si» a los llamados de esta institución, no se dan
cuenta que su participación será enarbolada por Gloria Zea como un decidido
apoyo de la comunidad artística a la dizque «cuestionadísima» labor del
MamBo. Pero bueno, parece que ya están más que acostumbrados a ser
utilizados para todo. (Además, «las maqueticas están divinas!!»)

No soy para nada optimista en eso de que los artistas se organicen como
grupo de presión. Si la hay vendrá de otros espacios y otras instancias. Veo
más probable que los curadores pongan un límite a esta situación (de hecho
lo están poniendo) pues al fin y al cabo el asunto de las Barbies fue una
afrenta a la institución curatorial. (…y que se hizo Ana María Lozano?
¿Muy bien que renunció pero…que piensa de todo esto?)

En cuanto a las preguntas de Andrés Zambrano (¿Cuál es el punto medio para
que artistas o instituciones, de un lado y empresarios, del otro queden
satisfechos? ¿Cuál es el límite que no se puede romper?) creo que en estos
momentos es bien difícil la definición colectiva de límites. Aunque podría
afirmar con vehemencia que el límite que no se puede quebrar es aquel que
atente contra la independencia de artistas e instituciones. Los patrocinadores
pueden colocar sus logos en pendones, invitaciones y catálogos pero no tienen
porqué meterse a definir los contenidos conceptuales de un evento.
Ahí ya hay un límite. Ahora, una cosa es reconocerlo y otra, muy distinta,
hacerlo respetar. (Que cosa tan comercial lo de Johnie Walker, absurdo lo de
promocionar un trago…. pero me quiero ganar ese premio !!!)

A ver michica.org, coincido (con la artista y la curadora) en que resulta
patética la indignación anti Barbie de aquellos artistas que han hecho
carrera con posiciones éticas y políticas. En lo que no coincido es en
cerrar el debate en torno al inmoral manejo administrativo del Mambo y
meternos de lleno en una cacería de brujas en la que no quedaría «títere sin
cabeza». Sí, es cierto, el medio tiene bastante culpa en todo. Pero creo que
lo urgente es tomar posición y definir acciones individuales y colectivas
ante el evidentísimo deterioro del MamBo. (Además de declinar invitaciones,
es necesario promover una investigación a tanta irregularidad administrativa
del museo.)

Aunque como lo plantea (con obsesión) Gabriel Merchán, ya se están dando
tres discusiones distintas. Y si, debemos cuestionarnos nuestra relación con
lo comercial. En esto respeto (aunque no quiere decir que estoy de acuerdo,
ni mucho menos que los admiro) las posiciones de artistas que decididamente
trabajan para satisfacer un mercado. Y por supuesto que estoy de acuerdo
(respeto y admiro profundamente) con la postura de aquellos artistas que
desarrollan su obra sin ceder a las presiones de lo comercial y lo
institucional.

Lo que si resulta absolutamente insoportable es esa doble moral de la gente
que posa de anti comercial y acepta participar en cuanto concurso aparezca
en el medio (aquí de acuerdo con felina indignación de michica.org) con
evidente carácter comercial. También resulta inaguantable el artista con
poses anti institucionales que literalmente se desmaya de la dicha cuando la
institución lo invita o lo señala. (Pulula la periferitis institucionalizada,
la mamertitis derechizada y lo social museificado)

Bueno, y a todas estas, tomates, muchos tomates (papaya incluida) para el
omnipresente curador que está promiviendo a diestra y siniestra el concurso
de Kent. (Que físicas ganas de decidir en todo!!!)

Que pasará con Pablo Batelli (tambien es contratista del IDCT?)

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