el salón de los artistas

Despues de años de discusión en torno a la posibilidad de un Salón Nacional con curadurías, se implementa el modelo en el 2005. Vamos para la segunda versión y las investigaciones curatoriales parecen funcionar sin mayores problemas en la fase de los Salones Regionales, pero se vuelve una cosa muy distinta cuando se centralizan todos los procesos en esa institución monstruo que es el Salón Nacional (que para esta versión se encuentra literalmente en poder de los artistas: Comité Curatorial compuesto por artistas, investigaciones curatoriales regionales a cargo de artistas, diseño de imagen a cargo de artistas, mediado por artistas, crítica a cargo de artistas…)

En la foto podemos apreciar una reunión de todos lo curadores regionales el pasado mes de mayo en el Hotel Aristi de Cali (severa piscina en el último piso) donde también participaron los miembros del Comité Curatorial del Salón Nacional y funcionarios del Ministerio de Cultura. La situación describe un lugar donde se encuentran representadas las regiones a través de sus respectivos curadores. Se trata de un espacio donde se configura una idea de nación. Para no ir más lejos, es como una especie de asamblea donde cada representante tiene voz y voto («a mi me parece que todos los artistas participantes son iguales ante el Estado, por eso cada uno debe tener los mismos metros cuadrados para montar su obra»)

Lo que habría que preguntarse es si esta asamblea es un espacio donde todos son iguales o se trata de uno heterogéneo donde cada cual tiene unos intereses y aspiraciones que debe sustentar ante sus colegas y, por supuesto, ante los funcionarios del Estado y el Comité Curatorial designado por este para conceptualizar y producir el Salón Nacional. También habría que preguntarse si esta reunión es puramente ceremonial o si se trata de una donde prevalece el diálogo y la reflexión («para la realización de este Salón Nacional se tuvieron en cuenta las críticas y discusiones del medio artístico nacional. También se crearon espacios de encuentro entre los distintos curadores regionales y los organizadores de esta versión del Salón»)

De ahí la duda de si los curadores regionales no estaban en posición de poner en discusión lo que imagino les estaban comunicando oficialmente: el Comité Curatorial ha propuesto una exposición a partir de tres síntomas o núcleos temáticos que resultan de una lectura de obras y procesos que vieron en los salones regionales. Y además, para esa curaduría se iban a invitar artistas internacionales y nacionales (para algunos resulta estimulante pues «pone en relación la producción local con obras de artistas como Kara Walker, Francis Alÿs y Andrea Fraser, que sólo pueden conocer quienes tienen la oportunidad de salir del país». Para otros, «un gesto que jerarquizó la democrática estructura del Salón»).

¿Qué les estará diciendo a los artisas curadores Javier Gil, Coordinador de Artes Visuales del Ministerio?, ¿Qué estarán pensando los artistas-curadores? ¿Hubo diálogo? Si no lo hubo en esta y otras reuniones ¿porqué no se hizo pública la situación en su momento? (a nivel estructural, es importante que la discusión se inicie antes antes de definir la estructura del Salón Nacional y no sólo hasta despues de inaugurarlo)

Aquí vemos a Rafael Ortíz con una expresión poco alentadora que presagia su reclamo piramidal. No se ve muy contento. El proyecto Maldeojo trabajó con distintas comunidades de la costa caribe a través de cuatro laboratorios de investigación y creación. Uno de ellos fue en San Andrés y Providencia y estuvo a cargo de María Posse, quien generó todo un trabajo en torno a la cultura raizal, la pregunta sobre la idea de nación (música, videos, tradición oral) y cuyo desarrollo puede apreciarse en parte en el blog Da Nation y el website Naturaleza invisible. Los procesos de los otros tres laboratorios son visibles en la exposición de Maldeojo en el Banco de la República, en algunos casos se tiende a objetualizar y estetizar un proceso donde prevaleció la reflexión, el diálogo y lo participativo, sin embargo, deja ver claramente que las investigaciones curatoriales apoyadas con el formato de los laboratorios dan lugar a experiencias muy distintas a las que se desarrollaban anterioremente (el tour alfabetizante de los expertos en estudios culturales y teorías de Douglas Crimp y Hal Foster, selección por diapositivas para el Regional y soñar con quedar seleccionado para el Nacional)

El docente y artista Fernando Escobar (nice shirt!) fue uno de los curadores del proyecto Transmisiones, el cual se propuso, según se puede leer en su portal de Internet, «explorar una diversidad de espacios culturales que en conjunto forman una importante base social (impresos y radio), indagando, en otros usos sociales de la producción artística y en la multiplicidad de usos culturales de algunos medios de la comunicación masiva». Fue una propuesta de naturaleza invisible por varias razones, una de ellas, porque en gran parte trató sobre producciones de audio que se transmitieron por distintas emisoras (Santa Barbara Estéro, UPTC y Radio Kennedy) y en otros casos, se podían escuchar en una Rockola que itineraba por distintos lugares de la altiplanicie cundiboyacense. Aunque tuvo sus audiencias muy específicas, faltó énfasis en la transmisión de sus propuestas hacia el medio artístico, los estudiantes y demás miembros del mundo del arte (una audiencia para tener en cuenta). Tuvo un carácter casi secreto, pues las plataformas encargadas de divulgar lo relacionado con los programas de radio fueron bastante precarias, casi como si no hubiese interés por transmitir sino a una selecta y mínima audiencia. Otra razón para su invisibilidad, es que posiblemente para el Ministerio de Cultura no era una de las curadurías de mostrar, pues no había nada que mostrar. Se trataba de escuchar. Y eso no sirve para los medios y para los informes de gestión ante sus superiores. En Cali la Rockola funcionó más como objeto escultórico, pues en tres ocasiones traté de activarla, y nada… no funcionaba. Estaba ahí, muda y expuesta como una señal de que algo se hizo en torno a eso de las transmisones (¿qué pasó? ¿se pelearon con los del Ministerio? ¿estaban fuera del país?)

Y aquí tenemos al Comité Curatorial. Mientras la argentina Victoria Noorthoorn presenta la propuesta, Bernardo Ortíz, Jose Horacio Martínez y Oscar Muñoz lucen muy pensativos y, también, ligeramente agotados. Pueden estar imáginandose el camello que va a ser conseguir los espacios, adecuarlos, hacer el montaje, organizar lo de las estaciones pedagógicas, asegurar el apoyo de todas las instituciones y al final, tener contento a Raimundo y todo el mundo. Si el sólo hecho de pensar semejante empresa puede ser agotador, cómo será ponerla a funcionar…

Por último quisiera resaltar el hecho de generar una nueva curaduría a partir de intereses comunes que el Comité Curatorial identificó en las exposiciones regionales. Y lo hago pues recuerdo que en la Bienal del MAM del 2002, causó un gran rechazo el hecho de que el Comité Curatorial de la Bienal partiera de la construcción de un problema conceptual para luego pasar a definir las obras que, supuestamente, gravitarían en torno hitos históricos del arte colombiano en los últimos años («aclaremos de entrada: una estética normativa es aquella que dicta normas a los artistas, les señala pautas, les impone criterios. En la reciente Bienal, con estupor y alarma, constatamos que un «comité curatorial» le estuvo diciendo a los artistas lo que deben hacer, o sea, no se están encargando de teorizar unos hechos plásticos, sino de producirlos a través de algunos «artistas» que ilustran sus planteamientos»)

En el caso de ¡Urgente! los nucleos no son necesariamente afirmativos. Se definen a través de preguntas que se proponen, según los curadores, visualizar el estado del arte en el país, mediante el diálogo y confrontación entre artistas locales, nacionales e internacionales. Las preguntas también plantean una reflexión que hasta ahora no se ha dado y que podría ser el pretexto para otro artículo más adelante (las investigaciones curatoriales de las regiones como proyectos de participación y poética, la propuesta del Comité Curatorial como un problema de presentación y representación, las obras vistas y re-vistas, las inéditas, las realizadas específicamente para este evento…)

Aún queda mes y medio y habrá que ver si se produce una acción urgente: crear espacios de diálogo entre público, artistas y curadores.

¿Será posible tanta belleza?

Catalina Vaughan

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