más allá del glamour

«El pensamiento crítico debe crear un rompeolas de resistencia frente a la
destrucción que lleva a cabo el Moloch del mercado, […] debe desmontar con
celo y fuerza las falsas evidencias, revelar los subterfugios, desenmascarar
las mentiras, señalar las contradicciones lógicas y prácticas del discurso del
Mercado-Rey y del capitalismo triunfante que se extiende por todas partes con
las fuerzas del destino» / Loic Wacquant

Para nadie es un secreto que ciertas instituciones tienen problemas de
fondo y que la visibilidad que le ha dado la red y los medios a dichos
problemas es significativa, por lo menos a nivel del medio artístico.

Ahora, es sano y necesario poder re-visitar un variado conjunto de
actividades serias y alejadas de ese mundo comercializado y banal (mucha
pinta, mucho glamour y poco contenido) que, por fortuna, ha encontrado
en este y otros espacios una resistencia digna de ser tenida en cuenta.

El rigor crítico, el incluir en su programación artistas de otros países
y el carácter independiente de un espacio como La Rebeca es un hecho que
día a día gana visibilidad en nuestro medio. Aunque a veces su rechazo a
todo le que suene a espectacular y formal puede rayar en lo obsesivo, la
presencia de este espacio dirigido por Michele Faguet (quien también
dirigió «La Panadería» en México por varios años) era algo que hacía bastante
falta en un medio como el nuestro, tan encerrado en sí mismo y tan
acostumbrado a auto-legitimarse a punta de premios y marcos históricos
(El arte de la competencia y lo legítimo en salones y bienales).

Guardadas las proporciones físicas y presupuestales, del lado institucional
José Roca ha cumplido una labor similar con su programación de las salas
temporales de la BLAA, que seguramente retomará una vez regrese al país (si es
que no ha regresado). Con proyectos internacionales como Ensayo General, Do it,
la muestra de Felix Gonzalez-Torres y la de Carlos Garaicoa puso a la Luis
Angel a la altura de los centros artísticos que, con una programación seria,
confronta la producción internacional con la mirada local. (Labor admirable
si se tiene en cuenta el carácter estrictamente conservador de esta
institución).

Afortunadamente Valenzuela & Klenner le bajado el tono heroico al hecho
de ser la única galería comercial dedicada al arte contemporáneo. Repetir esa
consigna una y otra vez no tenía ningún sentido (salvo el de quedar
agradecidísimos y en deuda con su director), sobretodo en momentos en que lo
que más importa es la obra y no la galería. Aún así, la labor de Jairo
Valenzuela es digna de ser tenida en cuenta en un medio cuyas galerías son
cada vez más amigas de lo comercial y dan muy poco margen a los proyectos que
implican riesgo y reflexión crítica. (El irresistible encanto del capital)

Insisto. No todos los proyectos significativos vienen acompañados de grandes
presupuestos, marcos históricos y despliegue mediático. Para la muestra tenemos
una publicación como «Erguida» que rueda por ahí con toda dignidad y seriedad.
Sus dos primeros números venían con una excelente traducción (y apropiación) de
un artículo de Hal Foster tomado de October y una selección de intervenciones
que se dieron en la Bienal Teórica. (El artículo de Cultura Multinacional nos
revela un Fernando Uhía serio y académico que sublima, a su manera, el
carácter crítico, irónico e intransigente de este ex «enfant terrible»).

Además de la labor con espíritu crítico de Faguet, Roca, Valenzuela y
Erguida, están Valdéz, Espacio Vacío, la Bienal de Venecia, el Festival del
Performance y aquellas propuestas curatoriales de Carmen María Jaramillo y
María Iovino que a través de la programación de la Alianza Francesa, se
complementan con otros programas como el Premio Luis Caballero, ofreciendo un
excelente apoyo y estímulo a aquellos artistas que construyen día a día una
obra integra y sin concesiones al mercado comercial e institucional.

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